El Centro de Interpretación de Cancho Roano, es la primera toma de contacto de los visitantes con el yacimiento arqueológico que se quiere dar a conocer. Si bien los museos son centros expositivos un tanto estáticos, en los que los visitantes asisten a la contemplación de los restos, como meros espectadores inanimados, el Centro de Interpretación constituye un nuevo concepto de espacios positivos en el que se cubren las necesidades de información, difusión, educación y concienciación de esa parte de la sociedad que acude buscando nuevos productos culturales.

HORARIO CENTRO DE INTERPRETACIÓN CANCHO ROANO


Horario de Invierno:

De lunes a Sábados de 10 a 14 y de 16 a 19 horas,
Domingos de 10 a 14 horas.

Horario de Verano:

De lunes a Sábados de 10 a 14 y de 17 a 20 horas, domingos de 10 a 14 horas.

Festivos: Cerrado.

Teléfono: 629 23 52 79

Situación:

 

La idea de centro de interpretación escogida para Cancho Roano, dentro de las diversas definiciones existentes hoy en día para estos centros, es la que defiende que el objetivo último del mensaje es el propio yacimiento, su evolución, valor y, sobre todo, su significado.

Se parte de la base de que el yacimiento está ubicado frente al centro, por lo que el discurso debe girar en torno a la explicación de su funcionamiento y los materiales que contenía, pues su carácter monumental y su definición arquitectónica serán patentes cuando el interesado inicie la visita al yacimiento una vez haya comprendido en el centro de interpretación la importancia de los restos que va a observar.

Los objetivos que pretende el centro son los siguientes: servir de apoyo a la visita del yacimiento, generar una idea global de su naturaleza, situar Cancho Roano en su contexto histórico, geográfico y cultural, explicar las diferentes partes de que consta el monumento, informar de las actividades que se desarrollaban en torno al monumento, transmitir la impresión de la antigua religiosidad, informar sobre los edificios más antiguos que justifican la existencia del último santuario e indicar el proceso arqueológico de investigación desde su descubrimiento.

Se pretende así que el visitante salga del centro de interpretación con una noción general de las diferentes partes del yacimiento y una comprensión, aunque sea somera, de su estructura integral.

Otro de los objetivos del centro es ofrecer al espectador elementos expositivos de gran formato, tanto para facilitar y acelerar la percepción de los diferentes elementos expuestos, como para crear un efecto impactante proporcional al que causaría el monumento en su origen.

El Centro de Interpretación contempla el desarrollo de ocho unidades independientes: la primera, en el vestíbulo de entrada, se centra en la narración de la historia de la investigación del yacimiento, con una reconstrucción de su última fase constructiva. La segunda unidad contextualiza Cancho Roano con el conjunto de las culturas mediterráneas de ese momento. Las diferentes actividades de Cancho Roano se exponen en la tercera unidad. En la cuarta unidad se desarrollan los elementos y estructuras que conforman el propio yacimiento. La siguiente unidad está protagonizada por la maqueta, donde se explica con mayor detalle el yacimiento. La sexta unidad trata de explicar la superposición de edificios y su proceso histórico. La séptima unidad es la única que trata de recrear la idea de religiosidad del enclave con el montaje de uno de los altares del santuario. Por último, en la octava unidad, que incide en esa fundamental vertiente religiosa del sitio, se presenta la reconstrucción con materiales originales de una de las cámaras perimetrales del complejo, donde se hallaron las ofrendas al santuario.

Por lo que respecta al edificio del Centro de Interpretación, se ubica frente al yacimiento, al otro lado del arroyo Cagancha, a unos 80 m. de distancia. Se levanta entre tres grandes encinas, y su fachada occidental, totalmente acristalada, permite tener siempre una referencia del complejo arquitectónico, lo que facilita la comprensión tanto del entorno como de la organización espacial del monumento.

El santuario está enclavado en un terreno llano del valle de la Serena, en un paisaje rodeado por la dehesa y equidistante Imagen activade un rosario de pequeñas sierras que conforman el valle. Aunque el río Ortigas riega el entorno hasta desembocar en el Guadiana, es el arroyo Cagancha el gran protagonista del lugar, pues gracias a él se levantó el monumento y el dique que impedía, ya en su época, que afectara al santuario en caso de que se desbordase por las riadas. Es por lo tanto el agua el que da su verdadero sentido al yacimiento, pues el Cagancha mantiene siempre una corriente de agua incluso en épocas de fuerte sequía, abastecido por manantiales situados algo más al Sur del lugar; pero además, tanto el foso como los dos grandes pozos que se perforaron tanto dentro como fuera del monumento, inciden en el valor esencial que debió tener el agua para sus contemporáneos. El yacimiento consta de tres edificios superpuestos.

El edificio principal


Sobreelevado del terreno circundante, se levanta un edificio de paredes de ladrillo de adobe rojizo en un magnífico estado de conservación, sobre todo su mitad septentrional, pues la meridional fue víctima de las labores agrícolas y por lo tanto conserva menor alzado. Las paredes estaban enlucidas de caolín rojo al exterior, mientras el interior se encontraba enlucido de caolín blanco. Los suelos, de tierra batida, se remataron igualmente con caolín rojo o bien mediante la cImagen activaombinación de ambos colores, lo que confiere gran vistosidad a toda la construcción. Sólo una de las habitaciones (H-11) se hallaba enlosada con lajas de pizarra, material que también se utilizó para solar los numerosos canales de desagüe del complejo.

El edificio principal se encuentra, como el resto del conjunto, orientado al sol naciente y tiene una plana cuadrangular de 24 m. de lado aproximadamente. Está constituido por once habitaciones y un gran patio que da a la planta su característica forma de U. Todo el edificio está encintado por una terraza ligeramente ataludada de 2,40 m de altura y 2 m. de anchura realizada con piedras calcáreas de gran tamaño, lugar por donde hoy se realiza la visita al monumento.

En la fachada principal del edificio, de 0.50 m anchura y siempre orientada al Este, aún se puede apreciar restos del enlucido rojo que la cubriría por completo, al igual que sucedería con el resto de las paredes exteriores del monumento.

Un patio cuadrado enmarcado por banquetas de piedra abre la entrada al santuario, al que se accede por la banqueta Norte mediante cuatro peldaños de piedra.

El patio estaba totalmente pavimentado con una gruesa capa de arcilla roja apisonada y tiene una superficie aproximada de 100 m2.

En su centro se construyó un pozo de casi 5 m. de profundidad que aún hoy mantiene un aceptable nivel de agua gracias a la vena que recorre transversalmente todo el yacimiento. La esquina suroccidental del patio está abierta, y en el hueco que genera se encontró una gran acumulación de caolín rojo que se utilizaría para restituir los suelos una vez desgastados por el paso del tiempo. En la esquina contraria, la noroccidental, se dispone la entrada al edificio. Esta se realiza por medio de cuatro escalones de piedra de mediano tamaño que superan los 1,40 m de desnivel que existe entre el patio y el piso principal. A la altura del pozo y hacia el exterior, se construyó un canal de piedra y base de pizarra que serviría para aliviar el agua de patio en caso de lluvia y que desemboca en el foso oriental.

Este espacio debió funcionar como vestíbulo a tenor de los diferentes materiales recuperados sobre el suelo; en primer Imagen activalugar, es muy significativo el hallazgo de dos argollas de hierro idénticas a las que se usan en nuestros pueblos para atar las caballerizas, por lo que es probable que las acémilas penetraran hasta el patio para ser descargadas de las mercancías pesadas, como las ánforas. En este sentido es muy significativo el gran número de ánforas halladas en este espacio, ocupando tanto las banquetas como el suelo. Así mismo, se recogieron numerosos instrumentos de hierro destinados a labores tanto agrícolas como de mantenimiento del edificio: hoces, cuchillos, punzones, clavos, etc. Así como una gran sierra para talar. Por último, también son numerosos los molinos de mano de gran tamaño recuperados, hasta una treintena, dispersos por todo este espacio.

H-1

La primera habitación o H-1, es un pequeño espacio distribuidor de 12 m2 que da paso tanto al corredor del santuario como a la terraza

Una vez en el interior, una escalera en recodo realizada en adobe alcanza la gran terraza de piedra que encinta completamente el edificio y desde donde se accedería a una planta superior hoy desaparecida.

Quizás lo más importante de este espacio es el hallazgo que se produjo en el transcurso de las primeras campañas, cuando en el hueco de la escalera y bajo el suelo original de la habitación, se halló una vasija de cerámica quemada y rodeada de piedras en cuyo interior apareció un pequeño cuenco de palta que contenía dos aracadas o pendientes de oro macizo.

El corredor o H-2

Esta gran nave de 62 m2 ocupa transversalmente toda la zona frontal del edificio y comunica con las distintas áreas funcionales del santuario. A pesar de su gran tamaño, no ha proporcionado conjuntos materiales que permitan ensayar una utilidad concreta del espacio, aunque el hecho de que sirva fundamentalmente como distribuidor de las diferentes áreas del edificio, le confiere un carácter especial. Toda la habitación estaba pavimentada con capas de caolín blanco y rojo.

Todo el interior de la habitación apareció relleno de grandes vigas de madera carbonizadas y restos de ramajes procedentes de la cubierta superior, conformando un estrato de cenizas de más de un metro de altura que dejó su huella en las paredes, muy ennegrecidas. Una vez limpiado el relleno se pudo documentar un pequeño hogar que serviría para calentar la estancia y que es el único localizado en el interior del edificio.

Área de ofrendas: H-3, H-4, H-5 y H-6

En la esquina noroccidental de H-2, se abre un vano de 0,90 m. donde igualmente se localizó en su jamba un tronco de madera que ayudaba a conocer la dirección del batiente de la puerta, también de derecha a izquierda. Éste comunica con un pasillo o zaguán rectangular de 15 m2 denominado H-3 y que ejerce una clara función de paso hacia un bloque de tres pequeñas habitaciones que se han venido interpretando como residenciales, pero que dado su tamaño, la presencia de objetos de prestigio de la más variada índole, así como la ausencia de elementos típicos de las zonas residenciales, han llevado a interpretarlas en la actualidad como espacios donde se guardaban los objetos más delicados de culto en el santuario, así como la zona donde se llevarían a cabo labores relacionadas con el tejido a tenor de los telares y las numerosas pesas halladas en su interior; son las habitaciones H-4, H-5 y H-6. Estas tres estancias forman una estructura tripartita de módulos ligeramente rectangulares de unos 7 m2 cada una, con una pavimentación igual a la de H-3 hecha con capas de arcilla rojiza apisonadas. Los tres espacios están comunicados entre sí por vanos enfrentados de 0,84 m. de luz; por lo que la habitación central o H-4, dispone de tres puertas, las que comunican con las estancias H-5 y H-6 y el vano desde el que se accede al zaguán o H-3, éste con una luz de 1,20m.

El área de almacén: H-8, H-9 y H-10

Esta zona se abre al sur del corredor transversal o H-2 tras cruzar un vano por el que se accede a una habitación rectangular, H-8, de 15 m2 y donde se recuperaron gran cantidad de material arqueológico. En la pared meridional de esta habitación se abren otros dos pequeños vanos que comunican con sendas habitaciones, H-9 y H-10 incomunicadas entre si. Los suelos de estas habitaciones no estaban pavimentados con arcilla, sino tan sólo con tierra apisonada; además, el zócalo de estas se encontró completamente forrado de pizarra para evitar la humedad en unas estancias destinadas a guardar los alimentos, una prueba más de su función como almacén.

En la H-8 se recogieron numerosos objetos relacionados con los arreos y atajes de caballos, así como jarros, calderos y otros recipientes también de bronce. También se recuperaron fragmentos de un mueble de taracea y un gran vaso con asas que puede corresponderse con una cratera o recipiente, de factura local, para mezclar el vino con agua, imitando el mundo griego. Apenas había restos de ánforas, sin embargo las habitaciones H-9 y H-10, se hallaron completamente llenas de ánforas que contenían diferentes productos alimenticios; una decena de ellas se encontraron en el transcurso de la excavación y otra veintena, fueron extraídas por el dueño del terreno cuando comenzó las labores agrícolas.

El espacio residencial o H-11

Desde el ángulo suroriental del corredor o H-2, se accede a una de las habitaciones más grandes del edificio, la denominada H-11, de más de 11m2 de superficie. La habitación forma uno de los cuerpos avanzados del edificio junto con H-1, por lo que domina tanto el exterior del monumento como el patio oriental. Sus paredes internas están enlucidas de blanco y en la del lado Norte se practicó un vano a modo de ventana donde se conservaba aún el maderamen del dintel y de la base; sobre el quicio de la ventana, tapiada al exterior, se recuperó una vasija de factura local. Pero lo más significativo de este espacio es que su piso está completamente enlosado de pizarras, al igual que el zócalo, por lo que es la única estancia que presenta esta característica.

Tanto por los elementos constructivos aludidos como por los objetos recuperados en su interior, entre los que destacan piezas de joyería, marfiles, cuentas de collar de pasta vítrea y otros elementos de prestigio, así como la ausencia total de cerámicas comunes o de almacén, parece que nos encontramos ante el espacio residencial que debió ocupar el personaje principal del santuario. Además es la única estancia que reúne las condiciones adecuadas para esta función.

El espacio sagrado o H-7

Centrando el edificio se levanta el espacio principal del monumento H-7, una estancia ligeramente rectangular, de 7,50 x 5,50 que sería el verdadero espacio sacro del complejo, la habitación se construyó dos metros por encima de la planta general y se accedería a ella desde la terraza; un gran pilar prismático que arranca desde el interior del suelo y se proyectaba hasta la planta superior centraba el espacio, señalando el punto sagrado de todo el complejo arquitectónico.

Pero sin duda, el elemento más sobresaliente de la habitación es el altar redondo que se construyó en el centro del espacio. El contorno del altar se diseñó a base de pequeñas piedras incrustadas en el estrato de relleno para posteriormente ser revestidas por un moldeado de barro; finalmente, fue cubierta por la capa de arcilla roja que protagoniza toda la habitación. Es un círculo perfecto de 1,10 m. de diámetro del que parte un triángulo isósceles muy cerrado que enmarca un cuenco de cerámica local también incrustado en el estrato de relleno; está realizado a mano y carece de decoración. El interior del círculo está ostensiblemente abombado, lo que unido al buzamiento del piso de la habitación hacia el Este, hace que cualquier sustancia fluida que se derrame en su interior se acumule en esa zona, donde se practicó un orificio que comunica directamente con el cuenco, que recoge el líquido derramado.

Las estancias perimetrales

Rodeando por completo el edificio principal se disponen una serie de estancias, seis por cada lado, que se han identificado como capillas o lugar donde se depositarían las ofrendas al Santuario. Estas han llegado hasta nosotros en un buen estado de conservación y de su interior se han recuperado objetos de culto, vasijas de almacenamiento, herramientas y otros elementos de singular importancia, entre los que destacan los diferentes sistemas ponderales, los jarros y recipientes rituales y, sobre todo, una escultura que representa un caballo enjaezado, todo ello realizado en bronce; también destacan los telares y otros objetos relacionados con la manufactura de tejidos y las cerámicas de importación; así mismo se han recuperado diferentes contenedores con cereales y pequeñas vasijas con alimentos. Estos habitáculos están separados del monumento principal mediante un estrecho pasillo o temenos por el que se recorre todo el edificio por el interior, Varios canales de piedra conducen al agua de lluvia recogida en los pasillos al exterior.

Mientras que las fachadas de los sectores Oeste, Sur y Norte estaban encaladas de blanco y rematadas por una pronunciada rampa de arcilla para impedir el acceso desde el exterior, el sector Este interrumpe las estancias para organizar la entrada al patio. Un estrecho pasillo suavemente inclinado y rematado por dos grandes peldaños permiten alcanzar el interior del complejo y ahora las pronunciadas rampas dan paso a una terraza de piedra rematada por dos torres poligonales que flaquean el acceso. Todos los suelos son de caolín rojo, así como las rampas exteriores, mientras que tanto las fachadas de adobe como la muralla y las torres de piedra se enlucieron de blanco.

El Foso

Todo el complejo monumental está rodeado por un gran foso excavado en la roca granítica y sólo interrumpido en el lado oriental para permitir la entrada. El foso se alimenta de la vena de agua que recorre todo el yacimiento, excavándose en algunos puntos con mayor profundidad hasta conseguir que brote el agua por lo que siempre mantendría al menos una lámina de agua. En la excavación del foso se han recuperado ingentes cantidades de material arqueológico, principalmente perteneciente a vasijas de cerámica y huesos, entre los que destacan los pertenecientes a tres équidos.

Significado del Monumento

El conocimiento que tenemos de Cancho Roano se debe en gran medida al excepcional estado de conservación en que ha llegado hasta nosotros. El edificio sufrió un incendio ritual en el último momento y fue clausurado mediante el tapiado de sus puertas y ventanas, dejando en su interior todos los objetos que contenía en ese momento, recuperando sus moradores tan sólo los sacra o elementos de culto fundamentales para continuar ese culto en otro lugar, el edificio fue además desmontado en sus esquinas para facilitar el echado de tierras que lo haría imperceptible; el tiempo se encargó de esconderlo definitivamente mediante las deposiciones naturales y la vegetación.

Cancho Roano se ha definido como un centro comercial de carácter religioso donde los mercaderes extranjeros e indígenas buscarían una sanción religiosa a sus intercambios comerciales. Pero además no se puede olvidar su carácter puramente religioso, pues el hallazgo de un gran número de molinos de grano, de telares o de vasos rituales parece evidenciar la existencia de rituales religiosos, tal vez relacionados con las cosechas o la fertilidad de la tierra, que congregarían a un buen número de personas en el entorno del monumento, sino es difícil explicar la enorme cantidad de elementos recuperados, cuando el interior no tiene capacidad para albergar a más de tres o cuatro personajes.

El descubrimiento de los dos edificios más antiguos cuyas plantas no difieren mucho de la expuesta, así como la existencia de sendos altares bajo el pilar del último santuario, marca aún más su significado religioso y avalan el interés de este lugar desde épocas muy anteriores a la del santuario actual.